La Inteligencia Artificial versus el Derecho

Si una máquina del tiempo permitiera transportar a un romano del siglo primero dos milenios hacia el futuro, probablemente no se sorprendería tanto de los avances tecnológicos y de los múltiples y profundos cambios que ha experimentado la humanidad en este tiempo, como al constatar que el derecho siga basándose en los mismos principios y que estos prácticamente no hayan evolucionado.

Las nuevas tecnologías ya están haciendo al derecho llegar al límite de sus posibilidades. Al permitir la interconexión y la interoperabilidad a distancia, han habilitado un proceso de internacionalización que disipa las fronteras y, al establecerse nuevos formatos digitales, han surgido los documentos electrónicos, dotados de una existencia virtual en un ciberespacio que cuesta asimilar a conceptos tradicionales como los que hay en las bases del derecho.

Es por eso que no resulta extraño conocer casos como el ocurrido recientemente en Chile, dónde una simple aplicación para Smartphone permitió cargar con dinero inexistente numerosas tarjetas utilizadas para pagar el transporte público. ¿Hay algún delito en crear y/o disponibilizar una aplicación así? Posiblemente no, básicamente porque el legislador no logró concebir que algo así podría llegar a ocurrir.

Pero lo que está por venir va a ser aún más crítico. Ya existen sitios web que publican de manera automática sus contenidos, traductores de idiomas, automóviles que se conducen solos y hasta un diario publica noticias redactadas por un robot; un aplicativo desarrollado por el periodista Ken Schwencke para Los Angeles Time que escribe y publica automáticamente las noticias de los sismos de mayor magnitud.

¿Quién va a ser responsable, en derecho, cuando algún robot o dispositivo de inteligencia artificial infrinja una normativa? ¿Cuándo un auto robótico pase con luz roja, por ejemplo? ¿El dueño? ¿El vendedor? ¿El fabricante? ¿El diseñador? ¿El inventor de esa tecnología? ¿Todos ellos? Son preguntas que hoy no tienen respuesta. ¿Qué va a pasar cuando un robot esté programado para dañar o favorecer algo? ¿O, más en general, cuando la programación incluya secciones desconocidas por quien lo usa? Puede parecernos una exageración, pero no sería muy distinto de ciertas prácticas en que ya incurren algunos de los principales desarrolladores de software.

Claramente quienes logren sacar partido a estos vacíos legales podrán delinquir eludiendo su responsabilidad por la vía de sacar las castañas con la mano de este gato tecnológico.

Es por ello que la inteligencia artificial puede llegar a ser la Caja de Pandora del derecho y, si no nos anticipamos y logramos diseñar pronto modelos o directivas internacionales que orienten acerca de las características y los considerandos que deben tener las normativas locales al respecto, estaremos actuando tardíamente y no seremos capaces de hacer frente a la avalancha de problemáticas que se viene encima.

No se trata de generar un pánico colectivo e imaginar un futuro de computadores asesinos, como el de la película 2001, o una rebelión de terminators (Cylons, mejor dicho, pero Galáctica no es tan conocida como el personaje de Schwarzenegger) enfrentándose con los humanos; pero tal vez sí algo más en la línea de lo que Philip K. Dick imaginó en su relato Nanny, en el que un robot está programado para dañar modelos más antiguos o de la competencia.

Más a largo plazo deberemos cuestionarnos asuntos aún más profundos que ya fueron anticipados por escritores de ciencia ficción, como Isaac Asimov en su relato El Hombre Bicentenario, donde se pregunta si un androide puede llegar a exigir sus derechos. ¿Estamos preparados para eso?

Ilustración gentileza de Giacko

2 respuestas a “La Inteligencia Artificial versus el Derecho

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  1. A mi me parece que la solución ms simple al problema planteado es respozabilisar al usuario, mas si el fabricante oculta una de las caracteristicas de su producto, inmediatamente es considerado un crimen.
    Te dejó un relato que considera el dilema planteado:
    http://wp.me/p3h2Xr-44

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